martes, 18 de noviembre de 2008

A veces un no niega...

"A veces un no niega

más de lo que quería, se hace múltiple.

Se dice «no, no iré»

y se destejen infinitas tramas

tejidas por los síes lentamente,

se niegan las promesas que no nos hizo nadie

sino nosotros mismos, al oído.

Cada minuto breve rehusado,

-¿eran quince, eran treinta?-
se dilata en sin fines, se hace siglos,

y un «no, esta noche no»

puede negar la eternidad de noches,

la pura eternidad.

¡Qué difícil saber adonde hiere

un no! Inocentemente
sale de labios puros, un no puro;

sin mancha ni querencia

de herir, va por el aire.

Pero el aire está lleno

de esperanzas en vuelo, las encuentra

y las traspasa por la alas tiernas

su inmensa fuerza ciega, sin querer,

y las deja sin vida y va a clavarse

en ese techo azul que nos pintamos

y abre una grieta allí.

O allí rebota
y su herir acerado

vuelve camino atrás y le desgarra

el pecho, al mismo pecho que lo dijo.

Un no da miedo. Hay que dejarlo siempre

al borde de los labios y dudarlo.

O decirlo tan suavemente

que le llegue

al que no lo esperaba

con un sonar de «sí»,

aunque no dijo sí quien lo decía".

                                                                                    Pedro Salinas.
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Decepción.

(Del lat. deceptĭo, -ōnis).

1. f. Pesar causado por un desengaño.

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2 comentarios:

Casandra dijo...

Jo, espero que el pesar desaparezca pronto, solete! Mucho ánimo! A veces nos encontramos con decepciones pero hay que enfrentarse a ellas, asumirlas y a otra cosa mariposa!! ;o) MUAK!!!

Ana Malpica dijo...

Mmmm esos pesarez me los conozco mucho y muy bien, y aunque son varios y devería estar acostumbrada, todos tienen un frío particular. Pero con todos he aprendido que no los podemos alejar de nuestras vidas, son parte de un todo.

Un beso.