Mar

- "Nunca he visto el mar.

- ¿cómo?

- Cómo lo oyes, nunca tuve la oportunidad de verlo, vivo lejos de la costa, y he viajado, pero no  pude verlo...

Aquello le descolocó - , tan acostumbrado cómo estaba él a vivir cerca del mar. 

Pensaba que la conocía, pero de repente esa confesión tan intrascendente le dio que pensar... ¿cómo era posible que una mujer como ella nunca se hubiese bañado en el mar?

Él había nacido en una pequeña población en la costa, así que estaba de sobra acostumbrado a convivir con el mar, tanto en el invierno, donde la humedad era brutal, cómo durante el verano, donde los turistas arrasaban con todo y hacían miles de kilómetros por tumbarse al sol y bañarse en sus cálidas aguas.

Sabía de sobra lo que significaba el mar, lo conocía perfectamente, de hecho su abuelo había sido pescador. 

Él le dijo, poco antes de morir, que no debía temer al mar, pero nunca debía faltarle el respeto... pq si le faltabas el respeto, el te lo podía faltar a tí.

 Y sabía de lo que era capaz. 

Lo había visto en muchas circunstancias, en calma, y furioso golpeando contra el espigón, muy cerca del faro...

- Quiero que conozcas el mar, y quiero ser yo quien te lo muestre... Lo dijo de golpe, sin pensar, y mirándola a los ojos. Lo dijo con esa ingenuidad con la que se dicen las cosas que uno nunca sabe si podrá cumplir. 

Ella sonrió.

-Cuando regrese prometo mandarte un pedacito de mi mar, y así hasta que te lo enseñe podrás hacerte una idea... aunque pensándolo bien no es lo mismo mandar una imagen o un dibujo, pq el mar no es sólo agua, es la inmensidad, son los distintos tipos de colores, es el murmullo, el silencio, la calma, el romper de las olas frente al paseo, el olor a salitre, el viento, la brisa...

- Pero quiero ser yo el primero en enseñártelo, -repitió-, porque así, siempre me recordarás.

- Ella se acercó y le dio un abrazo...era la primera vez que la sentía tan cerca y pensó que si tuviese que cambiar por algo su mar, sería por más abrazos de ella."